Indocumentados, pero con representación: los estudiantes del programa de ESL de Puente llevan sus voces a Washington

Congresista Anna Eshoo (D-Palo Alto) puso la fotografía con los mensajes de los esudiantes de ESL de Puente en la entrada de su oficina.

Indocumentados, pero con representación:

los estudiantes del programa de ESL de Puente llevan sus voces a Washington

 

 Poco después de que el presidente Donald Trump asumiera el cargo en enero, a la instructora de ESL de Puente (inglés como Segunda Lengua), Kit Miller se le ocurrió una idea para hacer que las voces de sus estudiantes fueran escuchadas en el nuevo clima político, más allá de un salón de clases en Pescadero.

Miller, una instructora de inglés veterana con un compromiso continuo con el activismo por los derechos de la mujer y los problemas de inmigración, propuso un experimento combinando el aprendizaje del inglés con la defensa de uno mismo.

“Siento que estoy en una posición única para ayudar a las personas a manifestarse. Sé cómo llegar al Congreso”, dice.

Con la aprobación de Puente, Miller invitó a los estudiantes de su clase de ESL de niveles múltiples -mexicanas en sus treintas y cuarentas- a contar sus historias personales de inmigración. También las invitó a escribir cartas y mensajes a sus representantes políticos locales en Sacramento y Washington.

“Es tan fácil ver el efecto diario de nuestras horribles políticas en las personas a las que enseño. Lo que la gente no ve es el impacto positivo que estas personas hacen en sus industrias. Están contribuyendo a nuestro mundo y nuestro país y tienen algo que decir. Tienen habilidades. Puente se da cuenta de eso”, dice Miller.

Muchos de los estudiantes de Miller, tanto documentados como indocumentados, tienen un alto nivel de ansiedad por sus familias y por sí mismos en la América de Trump. Su razonamiento fue que ésta es una manera de transformar su energía en acción, y practicar su inglés al mismo tiempo.

Fue una propuesta de escritura emocionalmente arriesgada, porque era la primera vez que las mujeres habían escrito sobre sus propias historias. Sin embargo, se entregaron completamente a esta tarea. Compartieron sus verdades acerca de los traicioneros cruces de la frontera y sus difíciles vidas en México. Una estudiante reveló que a sus dos padres los habían matado cuando tenía 10 años. Las estudiantes escribieron sobre los desafíos y recompensas de sus vidas en Pescadero, donde muchas de ellas han comenzado sus propias familias.

“En mi clase han llorado personas,” dice Miller. “Es duro para ellas pensar en sus padres – no han visto a sus madres en 15 o 20 años. Sin embargo, debe haber algún tipo de aspecto terapéutico en presentar estas cosas y hacer que la gente sepa lo que pasó.”

La tarea de Miller – que era voluntaria – también requería una dosis de valor. Muchos estudiantes indocumentados decidieron escribir las cartas a sus representantes electos sobre el tema de la reforma migratoria. También escribieron mensajes cortos en un pizarrón, del que Miller tomó una fotografía. Algunas de las cartas y mensajes eran anónimos. Pero en algunos casos los estudiantes querían ser identificados.

Los mensajes eran emotivamente simples y directos. “No sean malos – trabajamos duro”. “No eliminen servicios para los niños”. “No separen familias”.

Miller compuso un collage de fotografías con los mensajes en un documento, junto a una versión editada de las historias personales de los estudiantes. En un viaje para hacer presión política a Washington D.C., con un grupo de mujeres activistas, Miller presentó el documento a la congresista Anna Eshoo  (D-Palo Alto). La reacción de Eshoo fue muy profunda.

“Prácticamente comenzó a llorar. Tenía tantas emociones”, dice Miller. La congresista dijo “mis padres eran refugiados. Esto significa mucho para mí. Dígale a sus estudiantes que voy a poner esto cerca de mi puerta para que cualquiera que pase por allí pueda leerlo”.

Y lo hizo. Eshoo también envió una carta de distinción a cada estudiante en la clase de Miller, una gran sorpresa que recibieron en su graduación de la clase de ESL.

Lizeth Hernández, Directora Educativa de Puente, dice que Puente no podría estar más contento.

“Creo que la atmósfera y el clima político pedía una válvula de escape para nuestros estudiantes, y Kit se las proporcionó.  Uno de los componentes de Puente es la defensa de uno mismo, ¿y qué mejor manera para los estudiantes de expresar sus opiniones, de manifestar su presencia? Era como decir “estamos aquí y no pueden tratarnos de esta manera”. “Creo que es hermoso”.

Los ejercicios de la clase tuvieron un profundo efecto en muchos estudiantes. “Me siento orgullosa de ese certificado [el de Eshoo]. Escribimos esas cartas y esta persona se tomó el tiempo para leerlas. Me sentí como una persona importante”, dice Lupita.

Lupita es una estudiante de ESL que hace su trabajo en la comunidad. La historia personal de Lupita incluyó un descorazonador relato sobre cuando cruzó la frontera cerca de Tijuana hace varios años. Le llevó tres intentos pasar “la línea”. En su segundo intento, su ropa quedó atrapada en una alambrada – su hermano consiguió pasar, y él intento tirar de ella pero fracasó. Fue detenida, encarcelada y devuelta a México.

Pero nada podía parar Lupita en su intento de alcanzar Pescadero, donde vivía su hermana. Su familia en Oaxaca era tan pobre que dormían en una casa hecha de adobe sin puerta. Ya de niña se imaginaba venir a los Estados Unidos porque quería comprar una puerta para su familia.

“Escribir mi historia fue un momento importante para mí. Otro fue escribir una carta a la congresista”, dice Lupita. “Le dije: “por favor no separen las familias. No discrimine contra los trabajadores de los ranchos, porque somos los que trabajamos el campo”.

Margarita experimentó un arduo cruce de la frontera hace 23 años, cuando tenía tan sólo 18. Tuvo que saltar un muro muy alto y atravesar un río con una corriente muy fuerte para llegar a Nogales, Arizona. En Guanajuato le prometió a sus padres, que le rogaban que no se fuera, que volvería en tres años. Pero conoció a su futuro marido en Pescadero y comenzaron su propia familia.

Sus cuatro niños son su vida ahora. Pero la decisión de quedarse ha significado no ver a sus padres en 23 años. Fue profundamente doloroso pensar que nunca los volvería a ver de nuevo. Ambos tienen ahora más de 60 años y tienen problemas de corazón.

“En mi carta le pedí a los políticos que nos apoyaran. Que aprobaran una reforma migratoria para nosotros… De modo que algún día pudiésemos regresar a México y abrazar a nuestros padres de nuevo”, dice Margarita.

El resultado de las elecciones traumatizó a los niños de Margarita, que nacieron todos aquí – especialmente a su hija de 10 años. “Comenzó a llorar, diciendo que no quería que deportaran a sus padres. Y cada vez que escucha algo acerca de este tema, dice que no quiere que la lleven a México. Quiere quedarse aquí”.

Margarita y su marido le han asegurado a su hija que nada malo le va a pasar. Pero discretamente han comenzado a desarrollar un plan sobre lo que hacer si sus niños se encontrasen de repente sin sus padres. Es casi imposible de concebir.

Margarita cree en el poder de una historia personal para llegar al corazón de las personas. Algo que le gustó es que la carta de Eshoo le decía a la clase que si alguno de ellos alguna vez tenía problemas con la inmigración, que podían ponerse en contacto con su oficina local en Palo Alto.

“Creo que valió la pena escribir la carta por eso”, dice con una sonrisa.

Ambas mujeres estás muy inspiradas con su primera experiencia con el activismo. Planean comenzar a organizarse por los derechos migratorios, y no van a aceptar un “no” por respuesta.

“Continuaré luchando – no sólo por nosotros, sino por todos aquellos que están en la misma situación que nosotros”, dice Margarita.

“Planeamos ir a las oficinas de los senadores, y a las casas de nuestros vecinos. Vamos a ir de casa en casa si es necesario”, añade Lupita. “Me gustaría influir en una ley que pudiera ayudar a los inmigrantes a ver a sus familias. No es sólo algo de las mujeres, sino de los hombres que vinieron a este país y dejaron a sus familias atrás”.

“Sí”, recalca Margarita. “Creo que la clase nos dio más fuerza para continuar con la lucha, continuar escribiendo, y continuar sacando a relucir nuestros sentimientos”.

Por favor, hoy considere apoyar a los programas de educación de adultos y de Inglés como lengua secundaria de Puente. Estos no son sólo servicios vitales para los residentes de la Costa Sur, sino también iniciativas de empoderamiento que unifican nuestra comunidad y elevan las voces de los más vulnerables.

 

 

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