A family votes for the first time / Una familia vota por primera vez

Whatever political views you might hold, the outcome of last week’s midterm elections held a strong sense of urgency. For Alejandra Ortega, a first-time voter, it felt urgent not just in a political sense, but from a personal perspective, too.

That’s because her younger sister, Monica Resendiz, was a candidate on the ballot for governing board of the local La Honda-Pescadero Unified School District.

“She wants to make change in the community and be more involved,” says Ortega, who also has a younger brother. “The three of us went to Pescadero schools. Her way of giving back is by supporting the students and the families she knows.”

Resendiz, 29, not only is currently winning her bid to join the District board – she is leading in early elections results 

Ortega, who is Puente’s Fund Development Associate, spent her Tuesday evening with a laptop on the kitchen table, checking and rechecking the election results with anticipation and excitement. Her eldest son would not go to sleep until he got reassured that his Tia (auntie) was still in the lead.  

“He asked me two days later, wait, did Tía [auntie] win?’ And I said, ‘Not yet, but so far she is winning!’”

If she does win, Resendiz will be one of the youngest locals to serve on the District board and may be the first Latina to do so.

To make things even more dramatic, this was the first election in which Ortega and her sister were finally able to vote. Both women acquired citizenship around the same time in early 2017, following a ten-year application process. The whole family has been in the U.S. for a long time. Their younger brother, who is 24, was born here. Ortega and Resendiz were brought to the U.S. as young children.

As a first-time voter, Ortega found the process of making decisions about issues and candidates to be a real challenge. She said she felt the stakes were high, but she had some trouble untangling some of the more complex and even contradictory-seeming propositions as written on her sample ballot.

“The propositions were really difficult to understand. I would turn on the TV in the morning, and it would say, “Vote no on this! Vote yes on this!” and it was like, who’s telling the truth?”

Fortunately, Ortega’s sister suggested some websites to look at for impartial analysis of the propositions and background on candidates. Her sister even helped her register to vote online.

“I have to say, it was quite scary when it came to filling out the ballot,” Ortega says. “I did think if I’m having a hard time, especially with the propositions, how is it for citizens who might not be able to access these same resources, like researching online or asking your friends who are also citizens?”

She says the process has inspired her to advocate for more bilingual and bi-partisan information to help citizens make a more informed decision. She took note of the fact that up through election night only around 500 people in her district voted on the candidates for school board, suggesting turnout in the area was very low. Ortega registered as a voter only recently and has been encouraging many others in the community as part of Puente’s efforts and Vote campaigns, so she was surprised by the low turnout.  

Puente encouraged voter registration and civic engagement in the midterm elections among local community members and engaged 315 people in the process. Puente also produced a South Coast Voter Guide in English and Spanish that helped people identify all the ways available to vote in the 28 days leading to the election. Puente also posted regularly (often many times a day) election process information in English and Spanish.

Puente also helps legal residents become U.S. Citizenship by helping them with the application process, often providing a zero-interest loan or requesting a fee waiver, if they qualify. Local volunteers are matched with applicants to prepare for the interview and the English language and Civic tests.

“As a citizen, I believe in starting small,” says Ortega. “I wanted to make my vote count within my community. If my vote counted for my sister, I was going to be happy.”

Ortega thinks her sister’s presence on the school board will encourage others to take on leadership roles, getting more people to register to vote, and convince them that they can also make a difference in their community and beyond.

“I was able to show my children what this process was like. They are seeing representation – people in the community they are connected to, doing things. Hopefully they’ll see my sister as a role model,” she says.

As the voice of the community, advocacy and civic engagement is one of the core programs of Puente. Please support Puente’s work today.

Una familia vota por primera vez

Independientemente de las opiniones políticas que pueda tener, el resultado de las elecciones de mitad de período de la semana pasada tuvo un fuerte sentido de urgencia. Para Alejandra Ortega, votante por primera vez, no sólo fué urgente en el sentido político, sino también desde una perspectiva personal.

Esto se debe a que su hermana menor, Monica Resendiz, fue candidata en la boleta para la junta de gobierno del Distrito Escolar Unificado de La Honda-Pescadero.

“Ella quiere hacer un cambio en la comunidad y participar más”, dice Ortega, quien también tiene un hermano menor. “Los tres fuimos a las escuelas de Pescadero. Su forma de retribuir es apoyando a los estudiantes y las familias que conoce ”.

Resendiz, de 29 años, no solo está ganando su candidatura para unirse a la junta directiva del Distrito, sino que hasta ahora es la máxima conseguidora de votos.

Ortega, que es Asociada de Desarrollo de Fondos de Puente, pasó la tarde del martes con una computadora portátil sobre la mesa de la cocina, verificando y revisando los resultados de las elecciones con anticipación y entusiasmo. Su hijo mayor no se iría a dormir hasta que se asegurara de que su tía todavía estaba a la cabeza.

“Me preguntó dos días después, espera, ¿ganó la tía?”. Y yo dije: “Todavía no, ¡pero ella está ganando hasta ahora” .

Si ella gana, Resendiz será una de las locales más jóvenes en formar parte de la junta del Distrito y puede ser la primera latina en hacerlo.

Para hacer las cosas aún más dramáticas, esta fue la primera elección en la que Ortega y su hermana finalmente pudieron votar. Ambas mujeres adquirieron la ciudadanía aproximadamente al mismo tiempo a principios de 2017, luego de un proceso de solicitud de diez años. Toda la familia ha estado en los Estados Unidos durante mucho tiempo. Su hermano menor, que tiene 24 años, nació aquí. Ortega y Resendiz fueron traídos a los Estados Unidos como niños pequeños.

Como votante por primera vez, Ortega encontró que el proceso de tomar decisiones sobre temas y candidatos es un verdadero desafío. Ella dijo que sentía que lo que estaba en juego era alto, pero tuvo algunos problemas para desentrañar algunas de las proposiciones más complejas e incluso contradictorias que aparecen en su boleta de muestra.

“Las proposiciones eran realmente difíciles de entender. Yo encendía la televisión por la mañana y decía: “¡Vote no en esto! ¡Vote sí a esto! “Y me preguntaba, ¿quién está diciendo la verdad?”

Afortunadamente, la hermana de Ortega sugirió algunos sitios web para buscar un análisis imparcial de las proposiciones y los antecedentes de los candidatos. Su hermana incluso la ayudó a registrarse para votar en línea.

“Tengo que decir que daba un poco de miedo cuando traté de llenar la boleta”, dice Ortega. “Pensé que si yo estaba teniendo dificultades, especialmente con las propuestas, ¿cómo sería para aquellos ciudadanos que no tienen acceso a estos mismos recursos, como investigar en la web o preguntar a tus amigos?

Ella dice que este proceso la ha inspirado a abogar por más información bilingüe y bipartidista para ayudar a los ciudadanos a tomar una decisión más informada. El día de las elecciones, tomó nota del hecho de que hasta entonces sólo unas 500 personas en su distrito habían votado a los candidatos para la junta escolar, lo que sugería que la participación en el área era muy baja. Ortega se registró como votante recientemente y ha estado alentando a muchos otros en la comunidad como parte de los esfuerzos de Puente y las campañas de votación, por lo que se sorprendió por la baja participación.

Como parte de esta campaña, Puente alentó el registro de votantes y el compromiso cívico en las elecciones intermedias entre los miembros de la comunidad local e involucró a 315 personas en el proceso. Puente también produjo una Guía para el votante de la Costa Sur en inglés y español que ayudó a las personas a identificar todas las formas disponibles para votar en los 28 días previos a la elección. Puente también publicó regularmente (a menudo muchas veces al día) información sobre el proceso electoral en inglés y español.

Puente también ayuda a los residentes legales a convertirse en ciudadanos estadounidenses al ayudarlos con el proceso de solicitud, a menudo brindando un préstamo de interés cero o solicitando una exención de cuotas, si califican. Los voluntarios locales se emparejan con los solicitantes para prepararse para la entrevista y las pruebas cívicas y de inglés.

“Como ciudadano, creo en comenzar con poco”, dice Ortega. “Quería que mi voto contara dentro de mi comunidad. Si mi voto contaba para mi hermana, iba a ser feliz “.

Ortega cree que la presencia de su hermana en el consejo escolar tendrá el efecto de animar a otros a asumir roles de liderazgo, lograr que más personas se registren para votar y convencerlos de que también pueden hacer una diferencia en su comunidad y más allá. .

“Pude mostrar a mis hijos cómo fue este proceso. Están viendo la representación: las personas de la comunidad con las que están conectadas, hacen cosas. Esperemos que vean a mi hermana como un modelo a seguir “, dice ella.

Como la voz de la comunidad, la promoción y el compromiso cívico es uno de los programas centrales de Puente. Por favor apoya el trabajo de Puente hoy.

Puente steps in after an unexpected loss. Puente brinda apoyo después de una pérdida inesperada.

 

Before he died, Guadalupe Hernandez Camacho (affectionately known to all as Don Lupe) was known as a man you could count on for help when you needed it. He was a kind, gentle and generous presence among farm workers in the community, a Puente regular, and a friend to many in Pescadero for over 20 years.

So when he died suddenly on May 5, it was the community and his family in Mexico who rallied around Puente’s effort to send Don Lupe’s body back to Michoacán. It was a complicated and expensive undertaking and it represented a major challenge – logistical, legal and emotional – for Corina Rodriguez and other staff members, who had formed a bond with Don Lupe.

“Whenever Puente needed funds for anything, he was always the one who spoke up and said, ‘We can help, we can all do a little bit.’ He became really a key figure,” says Rodriguez, Puente’s Safety Net Services manager.

Don Lupe, 63, was a passenger in a car crash in Highway 1 on Cinco de Mayo. His death was a shock, and his memory will be honored this year on the Community Altar during Día de los Muertos/Day of the Dead, during the final Pescadero Farmers’ Market of the season on November 1.

Don Lupe was frequently at La Sala and would play one of the three kings during the community Posada. He was known to sing when singers were needed. He was an eager, veteran presence in Puente’s English classes. He liked to joke about the fact that he never graduated out of the beginner class, but he always showed up.

“He would always say, ‘I think I’m too old to learn English!’ – but we knew he enjoyed it,” recalls Rodriguez.

Don Lupe worked on a local vegetable farm. He used to travel back and forth to his hometown, a village in Michoacán, but it had been eight years since he had seen his wife, son and three daughters due to his legal status.

With no family living nearby, it fell to Puente to handle everything after his death, from contacting his family, to sorting through his belongings, to handling the logistics of getting his body to his family, who could not cross the border to retrieve it. In the end, the cost exceeded $3,000 and it took over a month to return Don Lupe home, due to a morass of complications.

The first person who got a call after the car accident was Puente’s Community Outreach Coordinator, Joaquin Jimenez, who called Executive Director Rita Mancera. When San Mateo County Coroner’s Office did not have a phone number to inform the family, Mancera reached out to local authorities in Mexico to help find a phone number for the family in rural Michoacán. It then fell to Rodriguez to coordinate all of the logistics with Don Lupe’s family. She spoke to his son Noe, who had already gotten a call from the San Mateo County Coroner’s Office and Puente’s Executive Director.

“I make a lot of phone calls at Puente – some of them are difficult. It’s part of my job,” she says.

“I told him we were figuring out how to transport Don Lupe’s body to Mexico. It’s just all these hard questions that someone doesn’t want to be thinking about after they’ve just learned their father died.”

To her  surprise, Noe already knew all about Puente from talking to his dad.

“As soon as I said I was from Puente, he said, ‘Oh, my dad always had stories about how Puente helped him, and how you guys are so great.”

It was the start of close working relationship Rodriguez would develop with Noe and Don Lupe’s widow, Antonia. At the beginning, no one suspected how long it would take to put Don Lupe to rest in his hometown. The family first had to get to a notary in Mexico to give Rodriguez power of attorney, which would give her the right to work with the Coroner’s Office to release the body. From there, she needed to figure out what to do. The Mexican Consulate played a role in finding the right funeral home to work with and providing financial assistance. The paperwork, the embalming, the coffin and the transportation were all separate hurdles.

“It took so much more work than it needed to. I kept repeating to Noe, ‘I’m sorry it’s taking so long,’” says Rodriguez.

Two days after Don Lupe died, Rodriguez and a colleague went to the farm where he was living to sort through his belongings. There they found, to their surprise, that Don Lupe had kept every piece of clothing and memento that Puente had given him. His everyday clothes were in one area, but his Puente possessions – many years’ worth – were carefully stored in bins. Don Lupe’s roommate explained that the clothes were destined for Don Lupe’s family members, whom he supported by sending checks home each week.

Also stored in among his most important papers – his drivers’ license, birth certificate and family photos – were his ESL certificates, which he earned for completing his English classes with Puente.

“It was hard that day. We got teary-eyed. We realized Puente was a really special part of his life,” says Rodriguez.

Puente also sent some members of its behavioral health team to talk to the men who lived and worked with Don Lupe – his closest friends. “They straight-up asked the men: how are you feeling? For Latino communities, I think it can be hard to say you need a therapist,” Rodriguez says.

The men were more interested in talking about how they could help raise money to get Don Lupe’s body safely home. It was the men’s idea to do a door-to-door community fundraising effort, and to assemble some purpose-built money collection cans during La Sala. Which may have been a form of therapy, too.

The fundraising campaign was a success. Not only did it help Don Lupe get home, it brought the community together at an important time.

Don Lupe had been the main financial provider for his family for more than 20 years. It’s unclear how they will cope without him.

Noe, his son, sent Puente a note of appreciation after Don Lupe arrived on June 8. The family buried him the same day.

 “Thanks to God, we were able to bury my dad and have his body close by. Thank you very much for everything. Without you, we would not be reunited with him for the last time. On behalf of my whole family, thank you very much.”

Puente offers Safety Net of services for community members on the South Coast. Please support Puente’s work today.

 

Puente brinda apoyo después de una pérdida inesperada.

Antes de que muriera, a Guadalupe Hernández Camacho (conocido cariñosamente como Don Lupe) se le conocía como un hombre con el que se podía contar para recibir ayuda cuando la necesitaba. Fue una presencia amable, gentil y generosa entre los trabajadores agrícolas de la comunidad, un regular de Puente y un amigo para muchos en Pescadero durante más de 20 años.

Entonces, cuando murió repentinamente el 5 de mayo, fue la comunidad y su familia en México quienes se reunieron en torno al esfuerzo de Puente para enviar el cuerpo de Don Lupe a Michoacán. Era una situación complicada, costosa y representaba un gran desafío, logístico, legal y emocional, para Corina Rodríguez y otros miembros del personal, que habían formado un vínculo con Don Lupe.

“Siempre que Puente necesitaba fondos para algo, él era el que hablaba y decía: ‘Podemos ayudar, todos podemos hacer un poco.’ Se convirtió realmente en una figura clave,” dice Rodríguez, gerente de Servicios de Red de Seguridad de Puente.

Don Lupe, de 63 años, fue un pasajero en un accidente automovilístico en la autopista 1 en Cinco de Mayo. Su muerte fue un shock, y su memoria será honrada este año en el Altar Comunitario durante el Día de los Muertos, durante el último Mercado de Pescadero de la temporada el 1 de noviembre.

Don Lupe estaba frecuentemente en La Sala y era voluntario como uno de los tres reyes durante la Posada Comunitaria. Se sabía que cantaba cuando se necesitaban cantantes. Era un veterano y participante entusiasmado en las clases de inglés de Puente. Le gustaba bromear sobre el hecho de que nunca se graduó fuera de la clase de principiante, pero siempre aparecía.

“Él siempre decía: ‘Creo que soy demasiado viejo para aprender inglés’, pero sabíamos que lo disfrutaba”, recuerda Rodríguez.

Don Lupe trabajaba en una granja de vegetales local. Solía viajar a su ciudad natal, un pueblo de Michoacán, pero habían pasado ocho años desde que había visto a su esposa, su hijo y tres hijas debido a su situación legal.

Sin una familia que viviera cerca, a Puente le tocó manejar todo después de su muerte, desde ponerse en contacto con su familia, ordenar sus pertenencias, manejar la logística de llevar su cuerpo a su familia, que no podía cruzar la frontera para recuperarlo. Al final, el costo superó los $3,000 y tomó más de un mes, debido a una gran cantidad de complicaciones.

La primera persona que recibió una llamada después del accidente fue el Coordinador de Alcance Comunitario de Puente, Joaquín Jiménez, quien llamó a la Directora Ejecutiva Rita Mancera. Cuando la Oficina Forense del Condado de San Mateo tenía un número de teléfono para informar a la familia, Mancera contactó a las autoridades locales de México para ayudar a encontrar un número de teléfono para la familia en la zona rural de Michoacán. Luego, a Rodríguez le correspondió coordinar con la familia de Don Lupe toda la logística, y ella habló con su hijo Noe, quien ya había recibido una llamada de la Oficina Forense del Condado de San Mateo y de la Directora Ejecutivo de Puente.

“Hago muchas llamadas telefónicas en Puente, algunas de ellas son difíciles. Es parte de mi trabajo, ” dice ella.

“Le dije que estábamos averiguando cómo transportar el cuerpo de Don Lupe a México. “Es solo una de estas preguntas difíciles en las que alguien no quiere estar pensando después de que se acaba de enterar que su padre murió.”

Para su sorpresa, Noe ya sabía todo sobre Puente por haber hablado con su padre.

“Tan pronto como dije que era de Puente, él dijo: ‘Oh, mi papá siempre tenía historias sobre cómo lo ayudó Puente, y cómo ustedes lo apoyaron tanto.”

Fue el comienzo de una estrecha relación de trabajo que Rodríguez desarrollaría con Noe y la viuda de Don Lupe, Antonia. Al principio, nadie sospechaba cuánto tiempo llevaría a Don Lupe descansar en su ciudad natal. La familia primero tenía que acudir a un notario en México para otorgarle el poder a Rodríguez, lo que le daría el derecho a trabajar con la Oficina del Forense para liberar el cuerpo. A partir de ahí, ella necesitaba saber qué hacer. El Consulado de México desempeñó un papel en la búsqueda de la funeraria adecuada para trabajar y brindar asistencia financiera. El papeleo, el embalsamamiento, el ataúd y el transporte fueron obstáculos por separado.

“Tomó mucho más trabajo del que necesitaba. Seguí repitiéndole a Noe, “lamento que haya tardado tanto,” dice Rodríguez.

Dos días después de la muerte de don Lupe, Rodríguez y un colega fueron a la granja donde vivía para revisar sus pertenencias. Allí encontraron, para su sorpresa, que Don Lupe había guardado todas las prendas de vestir y recuerdos que Puente le había regalado. Su ropa de todos los días estaba en un área, pero sus posesiones de Puente, de años atrás, fueron cuidadosamente almacenadas en contenedores. El compañero de habitación de Don Lupe explicó que la ropa estaba destinada a los miembros de la familia de Don Lupe, a quienes apoyaba enviando cheques a casa cada semana.

También se encuentran entre sus papeles más importantes, su licencia de conducir, certificado de nacimiento y fotos familiares, sus certificados de ESL, que obtuvo por completar sus clases de inglés con Puente.

“Fue duro ese día. Teníamos los ojos llorosos. Nos dimos cuenta de que Puente era una parte muy especial de su vida,” dice Rodríguez.

Puente también envió a algunos miembros de su equipo de salud mental para hablar con los hombres que vivían y trabajaban con Don Lupe, sus amigos más cercanos. “Ellos directamente preguntaron a los hombres: ¿cómo te sientes? Para las comunidades latinas, creo que puede ser difícil decir que necesita un terapeuta, ” dice Rodríguez.

Los hombres estaban más interesados en hablar sobre cómo podrían ayudar a recaudar dinero para llevar el cuerpo de Don Lupe a salvo a casa. Fue idea de los hombres de recaudar fondos en la comunidad, ir puerta a puerta y juntar algunas latas de recolección de dinero especialmente diseñadas para La Sala. Lo que puede haber sido una forma de terapia, también.

La campaña de recaudación de fondos fue un éxito. No solo ayudó a Don Lupe a llegar a casa, sino que reunió a la comunidad en un momento importante.

Don Lupe ha sido el principal proveedor financiero para su familia durante más de 20 años. No está claro cómo se las arreglarán sin él.

Noe, su hijo, le envió a Puente una nota de agradecimiento cuando Don Lupe llegó el 8 de junio. La familia lo enterró el mismo día.

“Gracias a Dios, pudimos enterrar a mi papá y tener su cuerpo cerca. Muchas gracias por todo. Sin ti, no nos reuniríamos con él por última vez. En nombre de toda mi familia, muchas gracias “.

Puente ofrece una red de servicios de suguridad para miembros de la comunidad en la costa sur. Por favor apoya el trabajo de Puente hoy.

 

Pescadero welcomes a family. Pescadero da la bienvenida a una familia.

It will be a long time before this country reckons with the legacy of the Trump administration’s policy of separating immigrant families, for months at a time, in detention centers and tent cities at the U.S.-Mexico border – a policy that continues, despite the President claiming otherwise.

Yet in cities and small towns across America, the effects of those policies are already manifesting as formerly detained immigrants make their way to what they hope can be their new homes.

Pescadero is one of those towns. In August, a father and son settled in the area after a long and difficult journey from Central America. They crossed two borders and traveled through all of Mexico and most of the Western U.S. before arriving at a ranch in the area where they have some relatives.

The boy is just a teenager. At first, they spoke to almost no one. They came to town with nothing, not even an ID. Nor did they tell anyone where they had come from: immigration detention in McAllen, Texas.

It took Joaquin Jimenez a couple of days to understand their circumstances. Someone brought them La Sala on a Thursday and introduced them to Jimenez, Puente’s Community Outreach Coordinator. He welcomed them to Pescadero and told them about Puente. But it wasn’t until he saw them again a few days later that he realized that they had been detained at the border – and that they needed his help to comply with the terms of their release.

“They showed me the envelope, the papers that said where they needed to go to check in with an immigration officer,” he said. It happened that Jimenez had just finished watching a video report from a local activist who had been to McAllen, Texas, and described how detainees were given these same envelopes.

If they missed their appointment, the father and son would be deported. The problem: the immigration office was in Stockton, and the newcomers had no transportation. So Jimenez drove them there himself, waking up very early to ensure they would not be delayed. When they arrived, he spoke to the immigration officer and advocated on behalf of the family.

“They asked me for an address [for the father and son], and I gave them an address from Pescadero. And I asked them, can we move this case to the San Francisco office?”

The officer agreed to transfer the case. The father and son now report to a different immigration officer, and the father wears a permanent electronic ankle monitor – which means he is tracked at all times, like felon on parole.

 

Pressing needs  

Meanwhile, Puente’s Safety Net Services Team organized to support the newcomers. Corina Rodriguez, Puente’s Safety Net Services Manager, drove out to see the family after learning from a contact at the school district that the father had tried to enroll his son at High School – but the boy would need several vaccinations before joining the other students at school.

This was more complicated than it would seem. Without health insurance, Puente’s clinic couldn’t help them with the vaccinations. The County’s Street and Medicine Field Team, which visits local farms and ranches, was only authorized to immunize adults. The County recommended that they travel to Redwood City, to get the boy vaccinated at a free clinic for uninsured patients.

“So we set up the bus [to take them to Redwood City], but unfortunately the bus picked them up late, they arrived at the clinic late, and they wouldn’t see them,” says Rodriguez.

The Street and Medicine Field Team escalated the issue to a supervisor, and the county acted quickly to amend its contract to permit them to immunize children under emergency circumstances.

The boy was admitted to school three weeks after the start of the academic year, with a backpack full of supplies provided by Puente.

There is a lot of ground to cover when migrants arrive on the South Coast, but the father and son have had some especially pressing needs. When the Puente staff learned that the father was in poor health, we jumped into help, says Laura Rodriguez, Community Resource Navigator for Puente.

“We’re getting their basic needs met. Right now, we are trying to figure out how to get the father and the son into medical and dental. . I arranged an appointment for the father to go to the dental office in Half Moon Bay, so will probably do the same with the son, Rodriguez said.”

Puente is also helping with basic clothing and toiletries. Some of the clothes were donated by community members, including Jimenez himself. “I brought things from my own family, from my home to give to them – anything they can fit in,” he says.

There are legal and emotional considerations, too. Puente arranged for the father to meet with a pro bono immigration attorney.

The father and son are now under long-distance surveillance. They have to check in with their immigration officer in person every other week, which entails an entire day of travel to San Francisco and back. A small network of volunteers with Half Moon Bay’s Coastside Immigration Action Group has been driving them to and from their whirlwind of appointments, and Puente has arranged transportation through a subsidized door-to-door transportation agency.

Puente has made many services available to the family, but it is a delicate relationship, says Corina Rodriguez.

“We always talk about how we want participants to have trust in us. We do not want to push them too much, or have them think we are just trying to get information out of them. We’re obviously here to help them, but we also want them to feel comfortable to ask whenever they’re ready, she said.”

 

A new vulnerability

The resilience of the larger Puente community – which always steps up to welcome outsiders – has been on full display to assist the newcomers. At the same time, their presence has also exposed a new vulnerability.

Until now, Pescadero has been a bit of an oasis from the immigration storm that regularly passes through many other communities, separating families and deporting longtime residents. Pescadero has seemingly been off the radar for some years now. And it is located in San Mateo County, which has stood up for the constitutional rights of undocumented detainees, and has been a sanctuary county since 2014.

“I do feel like we are actually under the microscope for the first time. The fact is that immigration officers can come into Pescadero to visit them,” he says.

No one can be sure. But Puente is aware of the possibility, and is prepared with a plan in the event of an ICE raid or visit from a federal immigration official. If ICE were to visit Puente, its offices would go into lockdown, including its parent co-op, to protect the children inside.

There is a phone tree in place to get the word out if necessary. The San Mateo County Sherriff’s Office has said it will not assist ICE during a raid, consistent with other sanctuary counties. In the meantime, Puente has pro bono immigration attorneys on call. It has held many community workshops on the constitutional rights of undocumented residents.

If ICE comes to their homes, Puente has provided special cards for residents to slide under their door which invokes the constitutional right not to speak to an immigration officer or open the door unless a warrant is correctly served.

“I know it’s not possible to take all the fears away. But we’ve given presentations about people knowing their rights, knowing what to say and what to do in case they are detained. For instance, they have the right to remain silent and not answer any questions,” says Jimenez.

Puente has also tapped into a network of ‘rapid responder’ groups in communities like Redwood City, San Mateo and Half Moon Bay. These activists are in constant contact with one another, and if they see any immigration-related activity in their neighborhoods or notice the presence of a suspected immigration officer, they can alert each other. If someone suspects an anomaly, another group member can go on location and start asking questions.

“We are prepared for threats, to keep the community safe,” says Jimenez. “And if they feel like they are in danger, they can ask us for help.”

If you would like to help and support the arising needs of community members, please consider making a donation today.

 

Pescadero da la bienvenida a una familia.

Pasará mucho tiempo antes de que este país conozca el impacto del legado de la política de la administración de Trump de separar a las familias inmigrantes, durante meses, en centros de detención y ciudades de tiendas de campaña en la frontera entre los Estados Unidos y México, una política que continúa, a pesar de que el Presidente alegando lo contrario.

Sin embargo, en las ciudades y pueblos pequeños de todo Estados Unidos, el efecto de esas políticas ya se manifiestan a medida que los inmigrantes detenidos se abren camino hacia lo que esperan que puedan ser sus nuevos hogares.

Pescadero es uno de esos pueblos. En agosto, un padre e hijo se establecieron en el área después de un largo y difícil viaje desde Centro América. Cruzaron dos fronteras y viajaron por todo México y la mayor parte de los Estados Unidos occidentales antes de llegar a un rancho en el área donde tienen algunos parientes.

El niño es apenas un adolecente. Al principio, casi no hablaban con nadie. Llegaron a la ciudad sin nada, ni siquiera una identificación. Tampoco le dijeron a nadie de dónde venían: detención de inmigrantes en McAllen, Texas.

A Joaquín Jiménez le tomó un par de días entender sus circunstancias. Alguien los llevó a La Sala un jueves y les presentó a Jiménez, el Coordinador de Alcance Comunitario de Puente. Les dio la bienvenida a Pescadero y les contó sobre Puente. Pero no fue hasta que los volvió a ver, unos días después, cuando se dio cuenta de que habían sido detenidos en la frontera y que necesitaban su ayuda para cumplir con los términos de su liberación.

Me mostraron el sobre, los papeles que decían dónde tenían que ir para registrarse con un oficial de inmigración,” dijo. Ocurrió que Jiménez acababa de ver un video de un activista local que había estado en McAllen, Texas, y describió cómo se entregaba a los detenidos estos mismos sobres.

Si faltaban a su cita, el padre y el hijo serían deportados. El problema: la oficina de inmigración estaba en Stockton, y los recién llegados no tenían transporte. Así que Jiménez los condujo allí él mismo, levantándose muy temprano para asegurarse de que no se retrasarían. Cuando llegaron, habló con el oficial de inmigración y abogó en nombre de la familia.

“Me pidieron una dirección [para el padre y el hijo], y les di una dirección de Pescadero. Y les pregunté, ¿podemos pasar este caso a la oficina de San Francisco?

El oficial accedió a trasladar el caso. El padre y el hijo ahora se reportan a un oficial de inmigración diferente, y el padre usa un monitor de tobillo electrónico permanente, lo que significa que lo rastrean en todo momento, como un delincuente en libertad condicional.

Necesidades continuas

Mientras tanto, el Equipo de Servicios de Seguridad de Puente se organizó para apoyar a los recién llegados. Corina Rodríguez, Gerente de servicios de seguridad de Puente, salió para ver a la familia después de enterarse de un contacto en el distrito escolar que el padre había tratado de inscribir a su hijo en la escuela secundaria, pero que fue rechazado temporalmente porque el niño necesitaría varias vacunas antes de unirse a los otros estudiantes en la escuela.

Esto era más complicado de lo que parece. Sin seguro de salud, la clínica de Puente no podría ayudarlos con las vacunas. El Equipo de Campo de la Calle y Medicina del condado, que visita granjas y ranchos locales, solo fue autorizado para inmunizar a adultos. El condado recomendó que, en cambio, viajaran a Redwood City para vacunar al niño en una clínica gratuita para pacientes sin seguro.

“Así que preparamos el autobús [para llevarlo a Redwood City], pero desafortunadamente los enviamos allí para nada. El autobús los recogió tarde, por lo que llegaron tarde a la clínica y no los recievberon, ” dice Rodríguez.

El Equipo de Campo de Street Medicine escaló el problema a un supervisor, y el condado actuó rápidamente para enmendar su contrato para permitirles inmunizar a los niños en circunstancias de emergencia.

El niño ingresó en la escuela tres semanas después del inicio del año académico, con una mochila llena de suministros provistos por Puente.

Hay mucho terreno que cubrir cuando los inmigrantes llegan a la costa sur, pero el padre y el hijo tienen necesidades especialmente apremiantes. El personal de Puente se enteró de que el padre tenía mala salud y ha estado tratando de ayudar, dice Laura Rodriguez, Navegadora de recursos comunitarios para Puente.

“Estamos satisfaciendo sus necesidades básicas. En este momento, estamos tratando de averiguar cómo llevarlos a la atención médica, tanto el padre como el hijo. Concerté una cita para que el padre fuera al consultorio dental en Half Moon Bay, así que probablemente haré lo mismo con el hijo “.

Puente también está ayudando con ropa básica y artículos de aseo. Parte de la ropa fue donada por miembros de la comunidad, incluido el mismo Jiménez. “Traje cosas de mi propia familia, de mi hogar para darles, cualquier cosa que les queden, “dice.

También hay consideraciones legales y emocionales. Puente organizó para que el padre se reuniera con un abogado de inmigración pro bono.

Puente ha puesto a disposición de la familia muchos servicios, pero es una relación delicada, dice Corina Rodríguez.

“Siempre hablamos de cómo queremos que nuestros participantes confíen en nosotros. No queremos presionarlos demasiado o hacer que piensen que solo estamos tratando de obtener información de ellos. “Obviamente estamos aquí para ayudarlos, pero también queremos que ellos se sientan cómodos de preguntar cuando estén listos.”

Una nueva vulnerabilidad 

La resistencia de la comunidad más grande de Puente, que siempre da un paso adelante para recibir a los forasteros, ha sido expuesta para ayudar a los recién llegados. Al mismo tiempo, su presencia también ha expuesto una nueva vulnerabilidad.

Hasta ahora, Pescadero ha sido un poco como un oasis de la tormenta de inmigración que regularmente atraviesa muchas otras comunidades, separando a las familias y deportando a los residentes de larga estancia. Pescadero parece haber estado fuera del radar desde hace algunos años. Y está ubicado en el condado de San Mateo, que ha defendido los derechos constitucionales de los detenidos indocumentados, y ha sido un condado santuario desde 2014.

“Siento que en realidad estamos bajo el microscopio por primera vez. El hecho es que los oficiales de inmigración pueden venir a Pescadero para visitarlos, ” dice.

Nadie puede estar seguro. Pero Puente está al tanto de la posibilidad y está preparado con un plan en caso de una redada o visita de ICE de un funcionario federal de inmigración. Si ICE visitara a Puente, sus oficinas se bloquearían, incluida la cooperativa de padres, para proteger a los niños que se encontraban dentro.

Hay un árbol telefónico en su lugar para correr la voz si es necesario. La Oficina del Alguacil del Condado de San Mateo ha dicho que no asistirá a ICE durante una redada, en consonancia con otros condados del santuario. Mientras tanto, Puente tiene abogados de inmigración pro bono de guardia. Ha realizado muchos talleres comunitarios sobre los derechos constitucionales de los residentes indocumentados.

Si ICE llega a sus hogares, Puente ha proporcionado tarjetas especiales para que los residentes que deslicen debajo de su puerta, lo que invoca el derecho constitucional de no hablar con un oficial de inmigración ni abrir la puerta a menos que se haya cumplido correctamente una orden judicial.

“Sé que no es posible quitar todos los temores. Pero hemos dado presentaciones sobre personas que conocen sus derechos, que saben qué decir y qué hacer en caso de que sean detenidos. Por ejemplo, tienen el derecho de permanecer en silencio y no contestar ninguna pregunta,” dice Jiménez.

Puente también se ha conectado a una red de grupos de “respuesta rápida” en comunidades como Redwood City, San Mateo y Half Moon Bay. Estos activistas están en contacto constante entre sí, y si ven alguna actividad relacionada con la inmigración en sus vecindarios o notan la presencia de un presunto oficial de inmigración, pueden alertarse entre sí. Si alguien sospecha una anomalía, otro miembro del grupo puede ir al lugar y comenzar a hacer preguntas.

“Estamos preparados para las amenazas, para mantener a la comunidad segura,” dice Jiménez. “Y si sienten que están en peligro, pueden pedirnos ayuda.”

Si desea ayudar y apoyar las necesidades emergentes de los miembros de la comunidad, considere hacer una donación hoy.