Empowering youth to tell their story through digital photography. Empoderar a los jóvenes para que cuenten su historia a través de la fotografía digital.

Have you ever considered how alcohol and drugs impact youth in our community?  How advertising goes straight to our children’s brains?  What happens when liquor cabinets are left in reach of our children? How easy is it for kids help themselves to beer from a cooler at a party? What quantities of marijuana are the dealers selling to youth?  Our youth tell us that society, adults, dealers and peers have made it easy to access alcohol and drugs.

During this past school year, 24 youth have been working with Puente and the Youth Leadership Institute to create PhotoVoice Projects to answer the question of how they see alcohol and drugs affect the South Coast. They spent the year reflecting on the concept of ‘environmental prevention,’ looking at the large picture of what makes drugs and alcohol cool and accessible. They learned about creating big-scale change by looking at the root of the problem, rather than blaming the individual consumers. The teens were able to identify that big companies’ advertising, social media, the music and concert business all influence youth and their concept of alcohol and drugs. 

These technologically oriented youth went out with their phones and each captured an image that represented how alcohol and drugs impact their communities.

The results were real, raw and jarring. The youth put it out there and named how much drugs and alcohol are in their face all the time and how easily accessible they are. While not all teens use or try drugs or alcohol, the youth seemed touched by alcohol and drugs in a myriad of ways, such as witnessing adults drink too much, peer pressure, seeing signs up upon entering the town, considering what to do with themselves when bored, and watching their peers use.

They each wrote a caption summarizing the meaning of their photo, some telling personal stories. The youth will display their works at the 2018 Youth Summit to eighth graders and community leaders. They will also be displayed at the Farmers’ Market in Pescadero in June 2018.

The teens each wrote out a prevention message to the eighth graders who will be viewing their work and quite possibly relating to it. Messages include:

“Don’t let peers pressure you to consume alcohol and drugs.”

“Have better communication with parents and school.” 

“Don’t use drugs.  It’s a waste of time, money and all it does is kill you.”

“Understand what you are putting into your body before you do it.”

“Do your research, use your brain.”

“Never do alcohol and drugs.  That’s not cool and it is not going to make you cool.”

These youth are in the final stages of this project and their last steps will be to analyze the themes in their PhotoVoice as quantitative data. Then, they will present their findings to local leaders with some recommendations. Many of the youth have included recommendations in their PhotoVoice displays.  Some examples are:

“Companies…should put videos of what could happen using their products.”

“If there were a place, in our community for all of us to hang out together and have other options, like milkshakes, kids would have more options rather than hanging out in their cars [smoking].”

“Kids would not drink if there were a lot more things to do here, like something fun.”

“If there were more interesting activities in our community, then teens would probably use less.”

In order to talk through the complexities of the experiences that the youth have encountered surrounding drugs and alcohol, the project was led by Puente Behavioral Health Therapists Suzie Budrick-Hughes, MFT and Mariela Lopez, ASW in Partnership with San Mateo County Prevention Social Worker, Samantha Johnston, LCSW.  The Youth Leadership Institute funded this project, provided technical support and training, and in the final stages of completing the works, collaborated their Half Moon Bay Chapter with ours.

Puente has been doing alcohol and prevention work on the South Coast for the past 15 years.  We have been doing Project Success groups with all the 5th grade and 8th grade classes each spring to intervene early about the risks of drugs and alcohol use.  In addition, Puente does separate Alcohol and Drug Prevention groups focused on providing a forum for teens to talk about issues that come up and problem solve. Puente’s Summer Youth Leadership Development and Employment program keeps youth busy and productive all summer, building up work capacity, self-esteem and leadership skills. The program supports the youth all school year as well, providing ongoing support and positive activities. 

The Puente Behavioral Health team also sees youth individually, addressing such issues as alcohol and drug use in the family, at risk behavior and substance use. This department provides counselling services to community members of all ages free of cost. We do provide individual, family and group therapy with professional and licensed clinicians. Anyone needing these services can call the main office to request a referral form.

If you would like to support counseling services on the South Coast, please donate today.

This program is funded by Youth Leadership Institute.

 

Empoderar a los jóvenes para que cuenten su historia a través de la fotografía digital.

¿Alguna vez ha considerado cómo el alcohol y las drogas afectan a los jóvenes en nuestra comunidad? ¿Cómo los anuncios influyen directamente los cerebros de nuestros hijos? ¿Qué sucede cuando el licor queda al alcance de nuestros hijos? ¿Qué tan fácil es para los niños alcanzen una cerveza de un refrigerador en una fiesta? ¿Qué cantidades de marijuana están vendiendo a los jóvenes? Nuestros jóvenes nos dicen que la sociedad, los adultos, los vendedores y los compañeros han hecho que sea fácil acceder al alcohol y las drogas.

Durante este año escolar, 24 jóvenes trabajaron con Puente y el Youth Leadership Institute para crear un proyecto llamado PhotoVoice para responder a la pregunta, cómo ven que el alcohol y las drogas afectan la Costa Sur. Pasaron el año reflexionando sobre el concepto de “prevención ambiental”, mirando la razón mas grande de porque  las drogas y el alcohol son tan populares y accesibles. Aprendieron sobre la creación de cambios a gran escala mirando la raíz del problema, en lugar de culpar a los consumidores individuales. Los adolescentes pudieron identificar que los anuncios, las redes sociales, la música y los conciertos grandes influyen en los jóvenes y su concepto del alcohol y las drogas.

Estos jóvenes, tecnológicamente orientados, salieron con sus teléfonos y cada uno captó una imagen que representaba cómo el alcohol y las drogas afectan a sus comunidades.

Los resultados fueron reales, crudos y discordantes. Los jóvenes lo compartieron y mencionaron como todo el tiempo estan rodeados por las drogas y el alcohol, y qué tan accesibles son. No todos los adolescentes usan o prueban drogas o alcohol, los jovenes parecían estar afectado por el alcohol y las drogas de muchas maneras. Como cuando presencian a los adultos beber demasiado, presión de grupo, ver letreros al entrar al pueblo, o cuando están aburridos y ven a sus compañeros usar, ellos talvez consideran usar también.

Cada uno de ellos escribió una capción que resume el significado de su foto, algunos contando historias personales. Los jóvenes tienen programado exhibir sus trabajos en la convencion Youth Summit del 2018 a los estudiantes de octavo grado y líderes comunitarios que asistirán. Además, se mostrarán en el Mercadito en Pescadero.

Cada uno de los adolescentes escribió un mensaje de prevención para los estudiantes de 8º grado quienes verán su trabajo y muy posiblemente se relacionarán con el trabajo. Los mensajes incluyen:

“No permitas que los compañeros te presionen para que consumas alcohol y drogas”.

“Tener una mejor comunicación con los padres y la escuela”.

“No uses drogas. Es una pérdida de tiempo, dinero y todo lo que hace es matarte “.

“Comprende lo que te estás poniendo a tu cuerpo antes de hacerlo”.

“Haz tu investigación, usa tu cerebro”.

“Nunca hagas alcohol y drogas. Eso no es usar tu inteligencia y no te hará sentir bien “.

Estos jóvenes se encuentran en las etapas finales de este proyecto y sus últimos pasos serán analizar los temas en su PhotoVoice como datos cuantitativos. Luego, presentarán sus hallazgos a los líderes locales con algunas recomendaciones. Muchos de los jóvenes han incluido recomendaciones en sus pantallas PhotoVoice. Algunos ejemplos son:

“Las compañías … deberían poner videos de lo que podría suceder con sus productos”.

“Si hubiera un lugar, en nuestra comunidad donde todos pudiéramos pasar el tiempo juntos y tener otras opciones, como batidos, los niños tendrían más opciones en lugar de pasar el tiempo en sus automóviles [fumando]”.

“Los niños no beberían si hubiera muchas más cosas que hacer aquí, como algo divertido”.

“Si hubiera actividades más interesantes en nuestra comunidad, entonces los adolescentes probablemente usarían menos”.

Para hablar de las complexidades de las experiencias que los jóvenes han encontrado en torno a las drogas y el alcohol, el proyecto fue liderado por las terapeutas de Puente, Suzie Budrick-Hughes, MFT y Mariela Lopez, ASW en sociedad con la trabajadora social de prevención del condado de San Mateo, Samantha Johnston, LCSW. Youth Leadership Institute financió este proyecto, brindó apoyo técnico y capacitación, y en las etapas finales de las obras, se asoció el capítulo de Half Moon Bay con el grupo de Pescadero.

Puente ha estado haciendo trabajo de prevención y alcohol en la costa sur durante los últimos 15 años. Hemos estado haciendo grupos de “Project Success” con todas las clases de 5º y 8º grado cada primavera para intervenir temprano sobre los riesgos del consumo de drogas y alcohol. Además, Puente separa a los grupos de Prevención del Alcohol y las Drogas enfocados en proporcionar un foro para que los adolescentes hablen sobre los problemas que surgen y como tratar de resolver los problemas. El programa de Desarrollo y Liderazgo Juvenil de Puente es una manera en que los jóvenes se mantienen ocupados y productivos durante todo el verano, aumentando la capacidad de trabajo, la autoestima y las habilidades de liderazgo. El programa también apoya a los jóvenes durante el año escolar, brindando apoyo continuo y actividades positivas.

El equipo de consejeros de Puente también asiste a los jóvenes de forma individual, abordando cuestiones tales como el consumo de alcohol y drogas en la familia, el comportamiento de riesgo y el uso de sustancias. Este departamento ofrece servicios de consejería a miembros de la comunidad de todas las edades de forma gratuita. Proporcionamos terapia individual, familiar y grupos con consejeros profesionales y con licencia. Cualquier persona que necesite estos servicios puede llamar a la oficina principal para solicitar un formulario de referencia.

Si desea apoyar servicios de consejería en la Costa Sur, por favor haga su donación hoy.

Este programa está financiado por Youth Leadership Institute.

Two twenty somethings discover where Pescadero meets the ‘real world.’ Dos jóvenes de veintitantos años descubren dónde Pescadero se encuentra con el ‘mundo real.’

Every day in college, Jose Resendiz woke up, grabbed his books and walked to class at Rensselaer Polytechnic Institute, a small engineering school in a rural pocket of upstate New York. At first, his life there felt so different from his Pescadero childhood that it could well have been happening in another country. Resendiz was the only Californian in his classes, and one of the only Hispanics. When the first winter came, he had only packed a raincoat and no winter boots. His hometown and family were 3,000 miles away.

“It was quite a shock to me, the culture here. People think and act differently. It was a challenge to feel comfortable somewhere new when you’ve spent your entire life in one place,” he says today.

Bárbara Guzmán is from Mexico and grew up in Pescadero. She conquered college in less than four years at Cal State Monterey Bay. Then she moved to Redwood City to be closer to her job as Lawyer Referral Service Program Coordinator at the San Mateo County Bar Association. It’s the first time she has lived alone, and has discovered it is different. She was living with her older brother until he moved to Arizona. In college, she had roommates. Now she’s paying rent on her own, budgeting her earnings, and helping her mom out with necessities too. 

“It’s good. You learn to become independent. I relied on my brother a lot for emotional support, mental support. It’s hard to be away from family. But it’s been rewarding being on my own,” she says.

Loneliness, distance from family, finding work, paying bills, making friends, generating meaning in a new life – these are the challenges of early adulthood.

It can be hard. Yet Resendiz and Guzmán, working at their first post-college jobs, have tapped into the resilience they developed under challenging circumstances growing up on the South Coast. They are forging ahead with the love and support of their families.

They have already decided not to return to Pescadero. Their message to Pescadero youth is: you can make it out too, if that’s what you want. It’s a big world out there.

“Pescadero is a very secluded community and it’s hard to think outside the box. You think you’ll never leave. But once you get out into the world, everything changes,” says Guzmán. She’s working hard at her job, getting as much experience as possible in the legal field before applying to law school at Stanford University. She wants to be a criminal defense attorney. After that, she’ll leave the Bay Area. It’s too expensive, she says.

Resendiz put his mechanical engineering degree to work right away in a job at General Dynamics Electric Boat. He works and lives in Connecticut, and he recently moved to a new town where he knew no one. But his new home reminds him of Pescadero in comforting ways – it’s a small, coastal village where he can fish and hike and walk along the beach, enjoying the solitude. He still has the purple 1995 Chevy S10 he bought himself in high school. And tucked away in a closet, the Barry Bonds jersey he’s had since he was 14.

“I knew Pescadero would always be there, but I didn’t see myself growing as a person by staying there,” he says.

General Dynamics Electric Boat manufactures submarines. As a Supplier Quality Engineer, Resendiz sometimes visits companies that supply rubber parts for the submarines and ensures that the products are high quality. In the past year, he has been to Seattle, Dallas and Los Angeles at his employer’s expense.

His life may look pretty fancy from the outside. But to any Pescadero youth reading this article, Resendiz wants to emphasize that his path is totally achievable.

“I just want to make it clear to kids in Pescadero, and especially the Hispanic youth, that I understand a lot of the struggle that people are going through,” he says.

Case in point: Resendiz grew up in a single parent household. His loving and supportive mother was always busy working three jobs to provide her family with the necessities. His older sisters, Monica and Alejandra, helped to raise him. “It was like having three moms in total,” he laughs.

Money was tight in the family. “My mom worked so hard to keep a roof over our heads and food on our table, but money was tight. We all worked when we got older to help with extras and luxuries,” he recalls.

Resendiz grew up watching his sisters start working at a young age. Both girls started earning most of their money through jobs at the local deli and Thrift Shop. When he got old enough, he started working too. They all knew they would need to work to put themselves through college.

One of the siblings also received scholarships though Puente in partnership with the Institute for Mexicans Abroad, a Mexican government program. (The Spanish-language name is El Instituto de los Mexicanos en el Exterior, or IME.) Ultimately, Resendiz was able to apply for that same grant every college semester.

“It was really a big help. My mom did not have the means to help me pay for school. It helped a lot to have Puente there,” he says.

Puente’s former Learning Center Coordinator Rachel Moody was a key supporter of both Guzmán and Resendiz. She encouraged Resendiz to think big when it came to college – to reach for schools in engineering and the liberal arts. With her help, he got into many of the private universities he had set his cap on, and he ended up with a generous scholarship to boot.

“Puente offers every opportunity to do things you want to do. So never give up once you set your mind to something. The fact is that everything is possible. It may not look that way when you grow up in small town,” he says.

As a first-generation college student in her family, Guzmán has had to figure many things out on her own. Moody also helped her navigate through the process of applying for college and financial aid. She helped put her college application packet together which involved the application, common application (for private schools), individual school supplements, list of extracurricular activities, personal essays, official transcript, and standardized test results.

“Although I had a variety of college advice/prep books and access to the internet at home, there was only so much I could figure out on my own. I would have been lost without her especially since the process was foreign to my parents. I am thankful I had Puente’s support and Rachel’s guidance in the process,” she says.

Her father, a carpenter who works at YMCA Camp Jones Gulch in the maintenance department, has always been her number one fan and cheerleader. When she was looking at colleges, he took days off work and drove her to placement tests. He couldn’t help her apply for financial aid – she did that on her own. Between the grants and scholarships she received, and all her savings, she graduated from Cal State Monterey Bay debt-free. “My parents were there for the surprises, disappointments and joy of receiving an acceptance or rejection letter,” she says.

“The real world” is a phrase Guzmán uses a lot. Her work experience started with Puente in 2008, when she was a high school freshman in the Youth Program, and lasted through 2012, her first year of college. She has had many roles, from working in the Puente office to camp counselor to tutoring for adults and children. She worked not just summers, but year-round with Puente after school.

The internships she did through Puente’s Youth Program mattered a lot to her. She to observed city staff at work at Half Moon Bay City Hall, at the Chamber of Commerce, and at the county level too.

“I think it was at the San Mateo County Counsel’s office I remember getting exposure to the real world of work,” she says. That was when her goals came into focus. “It’s definitely one thing to be told you need to work hard in school, go to college, and get an education. It’s another to see the reality,” she adds.

Landing a job after college was another challenge. Guzmán lost count of how many places she applied before finding a job that fit her needs. Job-hunting was another skill she learned by trial and error. But interviewing for that dream job was a snap because she had practiced so many times with Puente.

Each summer, Puente requires its Youth Program applicants to re-submit a resume and cover letter, and undergo a formal interview with Puente staff.

“I remember thinking, as annoying at that application process was at the time, ‘Don’t they already know me?’ With every interview round it became easier and easier. There was more flow, there was less struggling. It is a skill, being able to go through an interview,” she says.

Puente is a bilingual workplace. Working and studying in English made a big difference for Resendiz and Guzmán. Those language skills are an asset on the job, as is a bicultural heritage.

Resendiz carried another unexpected gift from his Pescadero upbringing into his new life on the East Coast. In college, he discovered that what made him an effective engineer were the life skills he learned while working at TomKat Ranch.

“My ranch job taught me how to be handy and be a little more of a critical thinker in the real world,” he says.

Resendiz moved and fed cows, farmed and baled hay, learned how to weld and fabricate.

“You know, things always break. It taught me how to think of solutions. It changed the way my mind worked. When issues came up, I never really panicked,” he adds. Soon he was helping other students handle the stresses of college and independent living.

Starting a new life is challenging enough. But Guzmán and Resendiz are also engaged in the quiet, difficult work of growing up when no one is looking – taking a hard look at the values that will lead them toward the next decisions about their lifestyles and careers.

Barbara and Jose found that it was support from their families and community members that helped them get to college and beyond. It all begins with support and exposure to educational opportunities at an early age. Being able to provide basic essentials like school supplies to students in the community is a priority for Puente. Please consider donating to the School Supplies Drive Today.

 

Dos jóvenes de veintitantos años descubren dónde Pescadero se encuentra con el “mundo real.”

Todos los días en la universidad, José Resendiz se despertaba, agarraba sus libros y caminaba a clase en el Instituto Politécnico Rensselaer, una pequeña escuela de ingeniería en un bolsillo rural del norte de Nueva York. Al principio, su vida allí se sintió tan diferente de su infancia de Pescadero que bien podría haber estado sucediendo en otro país. Resendiz fue el único californiano en sus clases, y uno de los únicos hispanos. Cuando llegó el primer invierno, solo había empacado un impermeable para el frio y pero no botas de invierno. Su ciudad natal y su familia estaban a 3,000 millas de distancia.

“Fue un gran shock para mí, la cultura aquí. La gente piensa y actúa de manera diferente. Fue un desafío sentirse cómodo en algún lugar nuevo cuando pasaste toda tu vida en un solo lugar “, dice hoy.

Bárbara Guzmán es de México y creció en Pescadero. Ella terminoó la universidad en menos de cuatro años en Cal State Monterey Bay. Luego se mudó a Redwood City para estar más cerca de su trabajo como coordinadora de referencias del programa de servicios de abogados en la barra de Abogados del Condado de San Mateo. Es la primera vez que vive sola y descubre que es diferente. Ella vivía con su hermano mayor hasta que se mudó a Arizona. En la universidad, ella tenía compañeros de cuarto. Ahora está pagando el alquiler por su cuenta, presupuestando sus ganancias y ayudando a su madre con sus necesidades también.

“Es bueno. Aprendes a ser independiente. Confiaba mucho en mi hermano para apoyo emocional, apoyo mental. Es difícil estar lejos de la familia. Pero ha sido gratificante estar sola “, dice ella.

Soledad, distancia de la familia, encontrar trabajo, pagar cuentas, hacer amigos, generar significado en una nueva vida: estos son los desafíos de la adultez temprana.

Puede ser difícil. Sin embargo, Resendiz y Guzmán, trabajando en sus primeros empleos post-universitarios, han aprovechado la capacidad de recuperación que desarrollaron en circunstancias difíciles al crecer en la Costa Sur. Están avanzando con el amor y el apoyo de sus familias.

Ya han decidido no regresar a Pescadero. Su mensaje para los jóvenes de Pescadero es: también puedes hacerlo, si eso es lo que quieres. Es un gran mundo allá afuera.

“Pescadero es una comunidad muy aislada y es difícil pensar de manera innovadora. Crees que nunca te irás. Pero una vez que sales al mundo, todo cambia “, dice Guzmán. Ella está trabajando duro en su trabajo, obteniendo la mayor experiencia posible en el campo legal antes de ingresar a la facultad de derecho en la Universidad de Stanford. Ella quiere ser una abogada de defensa criminal. Después de eso, ella dejará el Área de la Bahía. Es demasiado caro, dice ella.

Resendiz puso su título de ingeniero mecánico a trabajar de inmediato en un trabajo en General Dynamics Electric Boat. Él trabaja y vive en Connecticut, y recientemente se mudó a una nueva ciudad donde no conocía a nadie. Pero su nuevo hogar le recuerda a Pescadero de maneras reconfortantes: es un pequeño pueblo costero donde puede pescar, ir en excursiones de caminata y caminar por la playa, disfrutando de la soledad. Todavía tiene su troca Chevrolet S10 morada del 1995 que se compró en la escuela secundaria. Y escondido en un armario, la camiseta de Barry Bonds que tiene desde los 14 años.

“Sabía que Pescadero siempre estaría allí, pero no me veía creciendo como persona profesional quedándome allí”, dice.

General Dynamics Electric Boat fabrica submarinos. Como ingeniero de calidad de proveedores, Resendiz a veces visita empresas que suministran piezas de goma para los submarinos y se asegura de que los productos sean de alta calidad. En el último año, ha estado en Seattle, Dallas y Los Ángeles a expensas de su empleador.

Su vida puede verse muy elegante desde el exterior. Pero a cualquier joven de Pescadero que lea este artículo, Resendiz quiere enfatizar que su camino es totalmente alcanzable.”Solo quiero dejar en claro a los jóvenes en Pescadero, y especialmente a los jóvenes hispanos, que entiendo gran parte de la lucha que las personas están atravesando”, dice.

Un ejemplo: Resendiz creció en un hogar con su madre. Su amorosa y solidaria madre siempre estaba trabajando en tres trabajos para poner comida en la mesa. Sus hermanas mayores, Mónica y Alejandra también ayudaron a criarlo. “Fue como tener tres madres en total”, se ríe.

El dinero estaba apretado en la familia. “Todos trabajamos en nuestros trabajos por separado cuando crecimos”. Al final no había mucho espacio para permitirse lujos, ayudamos aliviando a mi madre de algunas de nuestras necesidades básicas. Pero incluso entonces, el dinero era ajustado. ” Él recuerda.

Resendiz creció viendo a sus hermanas comenzar a trabajar a una edad temprana. Ambas chicas comenzaron a ganar la mayor parte de su dinero a través de trabajos en la tienda local y la tienda de segunda mano. Cuando creció lo suficiente, comenzó a trabajar también. Todos sabían que tendrían que trabajar para llegar a la universidad.

Una de las hermanas también recibió becas a través de Puente en asociación con el Instituto para Mexicanos en el Exterior, un programa del gobierno mexicano. (El nombre en español es El Instituto de los Mexicanos en el Exterior, o IME.) Finalmente, Resendiz pudo solicitar la misma beca cada semestre universitario.

“Fue realmente una gran ayuda. Mi madre no tenía los medios para ayudarme a pagar la escuela. Me ayudó mucho tener a Puente allí “, dice.

La anterior Coordinadora de Aprendizaje de Puente, Rachel Moody fue un apoyo clave de Guzmán y Resendiz. Ella alentó a Resendiz a pensar a lo grande cuando se trata de la universidad: para llegar a las escuelas de ingeniería y artes liberales. Con su ayuda, lo aceptaron en muchas de las universidades privadas en las que se había propuesto, y terminó con una generosa beca para arrancar.

“Puente ofrece todas las oportunidades para hacer las cosas que deseas hacer. Así que nunca te rindas una vez que establezcas tu mente en algo. El hecho es que todo es posible. Puede que no se vea así cuando crezcas en un pueblo pequeño “, dice.

Como estudiante universitaria de primera generación en su familia, Guzmán ha tenido que resolver muchas cosas por sí misma. Moody también la ayudó a navegar a través del proceso de solicitud de ayuda financiera y universitaria. Le ayudó a armar su paquete de solicitud de ingreso a la universidad, que incluía la aplicación, la solicitud común (para escuelas privadas), suplementos escolares individuales, una lista de actividades extracurriculares, ensayos personales, transcripción oficial y resultados de exámenes estandarizados.

“A pesar de que tenía una variedad de libros de consejos / preparación universitaria y acceso a internet en casa, había mucho que podía resolver por mi cuenta. Me habría perdido sin ella, especialmente porque el proceso era extraño para mis padres. Estoy agradecida de contar con el apoyo de Puente y la orientación de Rachel en el proceso “, dice.

Su padre, un carpintero que trabaja en YMCA Camp Jones Gulch en el departamento de mantenimiento, siempre ha sido su fan y animador número uno. Cuando ella estaba buscando universidades, él tomaba días libres de trabajo y la llevaba a pruebas de ubicación. No pudo ayudarla a solicitar ayuda financiera. Entre subvenciones y becas que recibió, y todos sus ahorros, se graduó de Cal State Monterey Bay libre de deudas. Mis padres estaban allí para las sorpresas, las desilusiones y la alegría de recibir una carta de aceptación o rechazo.

“El mundo real” es una frase que Guzmán usa mucho. Su experiencia laboral comenzó con Puente en 2008, cuando cursaba el primer año de la escuela secundaria en el Programa Juvenil, y duró hasta 2012, su primer año de universidad. Ella ha tenido muchos roles, desde trabajar en la oficina de Puente hasta consejera de campamento, hasta tutoría para adultos y niños. Trabajó no solo en verano, sino durante todo el año con Puente después de la escuela.

Las practicas profesionales que hizo a través del Programa Juvenil de Puente le importaban mucho. Ella pudo observar al personal de la ciudad trabajando en el Ayuntamiento de Half Moon Bay, en la Cámara de Comercio, y también a nivel de condado.

“Creo que fue en la oficina del Concilio del Condado que recuerdo haber estado expuesto al mundo real del trabajo”, dice. Fue entonces cuando sus objetivos se enfocaron.

“Definitivamente, una cosa es que le digan que necesita trabajar duro en la escuela, ir a la universidad, obtener una educación. Otra cosa es ver la realidad “, agrega.

Obtener un trabajo después de la universidad fue otro desafío. Guzmán perdió la cuenta de cuántos lugares solicitó antes de encontrar un trabajo que se ajustara a sus necesidades. La búsqueda de trabajo fue otra habilidad que aprendió por ensayo y error. Pero entrevistar para ese trabajo soñado fue muy fácil, porque había practicado tantas veces con Puente.

Cada verano, Puente exige a los solicitantes del Programa Juventud que vuelvan a enviar un currículum y una carta de presentación, y que se sometan a una entrevista formal con el personal de Puente.

“Recuerdo que, por tan repetitivo que fuera ese proceso de solicitud en ese momento, como ‘¿Ya no me conocen?’, Con cada ronda de entrevistas se volvía cada vez más fácil. Hubo más flujo, hubo menos dificultades. Es una habilidad, poder pasar por una entrevista “, dice ella.

Puente es un lugar de trabajo bilingüe. Trabajar y estudiar en inglés marcó una gran diferencia para Resendiz y Guzmán. Esas habilidades lingüísticas son una ventaja en el trabajo, al igual que un patrimonio bicultural.

Resendiz llevó otro regalo inesperado de su educación en Pescadero a su nueva vida en la costa este. En la universidad, descubrió que lo que lo hacía un ingeniero eficaz eran las habilidades de la vida que aprendió mientras trabajaba en TomKat Ranch.

“Mi trabajo en el rancho me enseñó a ser útil ya ser un pensador crítico en el mundo real”, dice.

Resendiz movió y alimentó a las vacas, el heno cultivado y embalado, aprendió cómo soldar y fabricar.

“Sabes, las cosas siempre se rompen. Me enseñó a pensar en soluciones. cambió la forma en que mi mente funcionaba. Cuando surgieron problemas, nunca entré en pánico “, agrega. Pronto estaba ayudando a otros estudiantes a manejar el estrés de la universidad y la vida independiente.

Comenzar una nueva vida es bastante desafiante. Pero Guzmán y Resendiz también están involucrados en el trabajo silencioso y difícil de crecer cuando nadie lo está buscando, analizando los valores que los guiarán hacia las próximas decisiones sobre sus estilos de vida y carreras.

Barbara y José descubrieron que fue con el apoyo de sus familias y miembros de la comunidad que les ayudó a llegar a la universidad y más allá. Todo comienza con apoyo y exposición a una edad temprana. Ser capaz de proporcionar elementos básicos como útiles escolares a los estudiantes de la comunidad es una prioridad para Puente. Considere donar hoy a la Unidad de suministros escolares.

“I’m living out both our dreams.” Two first-generation college graduates look back. “Estoy viviendo nuestros dos sueños”. Dos graduados universitarios de primera generación miran hacia atrás

For some rare and lucky young Americans, college is a four-year adventure where students can focus purely on academics, without the distraction of having to work full-time or needing to put school on hold when life intervenes.

But that doesn’t reflect the reality of most teens who graduate from Pescadero High School or undergraduate students across America. Today, most students have at least a part-time job to help meet college expenses, and 40 percent of them work full-time while also studying full-time. It’s a high-wire act to balance it all. So, when Commencement Day finally arrives – that sweet, longed-for day when they put on a graduation gown and, bursting with pride, walk to the dais to receive their diplomas – the achievement is sweeter for it.

That special day has finally come for Laura Rodriguez and Omar Ortega. Both twentysomethings are weeks away from graduation: Rodriguez from Cal State Monterey Bay, and Ortega from Cal State Hayward. They are exhausted, they are proud, and they are looking forward to starting the next phase.

“It gives me as sense of pride that although I’ve had many obstacles in my life, I have been able to focus on my education,” says Rodriguez.

The two students have a lot in common. They both graduated from Pescadero High. Both are first-generation college students, the first in their families to graduate. Both are the eldest children of three siblings. They know they are paving the way to college for their brothers and sisters.

Both Ortega and Rodriguez work as Community Resource Navigators at Puente. They both matriculated to community college in 2012, and eventually transferred to four-year universities. It has taken them both six years to graduate, working to support themselves the whole time.

Neither of them asked their parents for help with college expenses – preferring to rely on themselves instead. Finances are a major challenge, but there have been others, too. For instance, not having a parent or other adult who could guide them through the college experience.

“Going into it as a first-generation college student, trying to navigate school by myself, there were a lot of things I had to figure out along the way,” says Ortega.

He spent four years at Foothill College in Los Altos Hills, but he considers the first year wasted time because he was diverted onto an ESL track after telling administrators his native language was Spanish, not English. He spent months feeling trapped in classes re-learning simple math and basic English he’d already mastered. He couldn’t even begin taking classes in business, his chosen field, until his second year. Then he found out that many of the classes he needed to graduate were full.

“If I could do it over, I’d want to reduce my time at Foothill,” he says. But the experience also taught him some important skills. “After that, when I came across other issues, I learned from my peers and my counselors that I could actually advocate for myself in regard to classes and prerequisites.”

Ortega will graduate in June from Cal State Hayward with a B.S. degree in Business, with a concentration in entrepreneurship. He has always been business-minded. He got himself hired for his first job painting buildings on a ranch near Pescadero when he was 12. He recruited a whole group of friends to get the work done. At the end of the summer, they split the earnings and he used his money to buy himself a Nintendo system.

“From early on, I had seen how much work my parents had been putting into providing for me. I wanted to be able to get my own toys so they didn’t have to buy them for me,” he recalls.

Ortega grew up mindful that his father, a construction worker, had given up his own college dreams after graduating from Pescadero High. The reason: money. There wasn’t enough of it to go to college. Instead, his father chose to settle down and have a family.

“I grew up admiring my dad and having him as my role model and my hero. I wanted to make him proud,” says Ortega. “He always worked hard. And he assured me that if I worked hard, there would be a reward.”

Straight out of college, Ortega’s first ambition will be to launch a construction business with his father. Both men will obtain contractors’ licenses. Ortega will operate the back end of the business, and his father will be the face of the enterprise.

“I want my family to have something to fall back on,” Ortega says.

Laura Rodriguez transferred from Monterey Peninsula College to Cal State Monterey Bay in 2016. She will receive a B.A. in Human Communication with a concentration in Pre-Law. To get through college, Rodriguez worked constantly – not just with Puente, but in other jobs, too. Last year, she worked two jobs at once – as a patient care coordinator in a dental practice, and as a part-time supervisor at a retail store.

Even with her wages and scholarships, Rodriguez will graduate with $10,000 in student debt.

“It is overwhelming. I don’t want to talk about it around my parents, so I just keep it to myself,” she says. “I’m going to work full-time for about two years. And living at home again will reduce my cost of living, so that will help.”

Living on campus with roommates was an added expense. But Rodriguez has no regrets. In fact, the two years she spent living away from home have been the most important of her life.

“I think moving out of the community has changed me. I look at life differently now,” she says.

“I think sometimes we don’t think about our surroundings and we don’t remove ourselves from our comfort zones. We have to think about other people’s struggles.”

In a Sexuality, Law and History class, Rodriguez learned about the stories of LGBTQ+ Americans for the first time. She took a class in Chicana/Latina Experiences and one on Latina Life stories as well. In her prelaw classes, she learned how political movements have resulted new laws in this country.

Other experiences transformed her outlook. One was working in a student group where she met a fellow classmate whom, she learned, was homeless and living in her car.

“She’d been homeless since she was a child. That made me more aware that, even though I have struggled putting myself through school, I have been fortunate to have a stable home,” Rodriguez says.

Another keystone experience was her internship experience volunteering with California Rural Legal Assistance, a statewide nonprofit legal service assistance program for low-income Californians. She handled wage claims and tenant issues, and she would assist the attorneys by creating paperwork and talking with clients.

“I always valued everything I had, but I think I value it even more now, especially the sacrifices my parents had to make for me to follow my dream” she says.

Rodriguez is 23 and seeking permanent residence. Her parents brought her to Pescadero when she was a child. Now she’s considering law school, because she wants to help other people with their immigration struggles.

Entering college as an undocumented student is a special challenge for Rodriguez, and for thousands of other youth in California. And that’s on top of the first-generation experience. Rodriguez used to be uncomfortable discussing her citizenship status. But that has changed in recent years. Now, she always makes sure to raise her voice in class when the discussion concerns DACA and the provisions of the DREAM Act.

“I think the term ‘undocumented and unafraid’ says a lot. Just because we’re undocumented doesn’t mean we don’t have rights or opportunities. Like many people, I pay taxes. I try and support my community best as I can,” she says.

On commencement day, Rodriguez will place a gratitude stole on her parents, recognizing their unconditional support and dedicating her degree to her family. She is very aware of the example she’s setting for her younger siblings. When she walks across the stage, she’ll be showing her family that it was possible to overcome their struggles.

“Having to grow up and figure out how to be more responsible and navigate the educational system has been quite a ride. But it’s been good because when my siblings decide to follow, they’ll know I will be there for them to speak with about it.”

Ortega is excited for his siblings to watch him graduate, too. At the same time, he feels it’s not his accomplishment alone. He is acutely aware of the sacrifices his parents made to get him there.

“By doing this, I’m living out both of our dreams,” he says. “I didn’t think about it as being about me. It was about us. It was for us.”

At the same time that Omar and Laura plan for their college commencement, 8 Puente Youth are finishing up their classes at Pescadero High School and will be graduating in June. It is with you support that they will be able to buy their books, start planning for their move to their dorm room and prepare for a new journey. Please consider supporting Puente’s Youth Bridges Scholarships today.

 

“Estoy viviendo nuestros dos sueños.” Dos graduados universitarios de primera generación miran hacia atrás

Para algunos jóvenes estadounidenses raros y afortunados, la universidad es una aventura de cuatro años donde los estudiantes pueden centrarse exclusivamente en lo académico, sin la distracción de tener que trabajar tiempo completo o tener que suspender la escuela cuando interviene la vida.

Pero eso no refleja la realidad de la mayoría de los adolescentes que se gradúan de la preparatoria de Pescadero o estudiantes universitarios en todo Estados Unidos. Hoy en día, la mayoría de los estudiantes tienen al menos un trabajo de medio tiempo para ayudar a cubrir los gastos de la universidad, y el 40 por ciento de ellos trabajan tiempo completo mientras estudian tiempo completo. Es una acto de cuerda floja para equilibrar todo. Entonces, cuando llega el momento especial, ese dulce y anhelado día en que se ponen una toga de graduación y, rebosando de orgullo, caminan hacia el estrado para recibir sus diplomas, el logro es más dulce todavía.

Ese día especial finalmente ha llegado para Laura Rodríguez y Omar Ortega. Ambos veinteañeros están a semanas de graduarse: Rodríguez de Cal State Monterey Bay y Ortega de Cal State Hayward. Están exhaustos, orgullosos y esperan comenzar la siguiente fase de su vida.

“Me da orgullo que, aunque he tenido muchos obstáculos en mi vida, he podido centrarme en mi educación”, dice Rodríguez.

Los dos estudiantes tienen mucho en común. Ambos se graduaron de la preparatoria de Pescadero. Ambos son estudiantes universitarios de primera generación, los primeros en sus familias en graduarse. Ambos son los hijos mayores de tres hermanos. Saben que están mostrando el camino a la universidad para sus hermanos y hermanas.

Tanto Ortega como Rodríguez trabajan como navegadores de recursos en Puente. Ambos se matricularon a un colegio comunitario en 2012, y finalmente se transfirieron a universidades de cuatro años. Les ha tomado a los dos seis años graduarse, trabajando para mantenerse todo el tiempo.

Ninguno de ellos pidió ayuda a sus padres con los gastos de la universidad, sino que prefirieron confiar en sí mismos. Las finanzas son un gran desafío, pero también ha habido otras. Por ejemplo, no tener un padre u otro adulto que pueda guiarlos a través de la experiencia universitaria.

“Entrando como un estudiante universitario de primera generación, tratando de navegar solo por la escuela, hubo muchas cosas que tuve que descubrir a lo largo del camino”, dice Ortega. Pasó cuatro años en Foothill College en Los Altos Hills, pero considera que el primer año fue un desperdicio de tiempo porque fue desviado al camino de ESL después de decirle a los administradores que su lengua materna era el español, no el inglés.

Pasó meses sintiéndose atrapado en clases re-aprendiendo matemáticas simples e inglés básico que ya dominaba. Ni siquiera podía comenzar a tomar clases en los negocios, su campo elegido, hasta su segundo año. Luego descubrió que muchas de las clases que necesitaba para graduarse estaban llenas.

“Si pudiera hacerlo de nuevo, me gustaría reducir mi tiempo en Foothill”, dice. Pero la experiencia también le enseñó algunas habilidades importantes. “Después de eso, cuando me encontré con otros problemas, aprendí de mis compañeros y mis consejeros que podía abogar en cuanto a las clases y los requisitos previos”.

Ortega se graduará en junio de Cal State Hayward con una licenciatura en Negocios, con una concentración en emprendimiento. Él siempre ha tenido una mentalidad empresarial. Lo contrataron para su primer trabajo pintando edificios en un rancho cerca de Pescadero cuando tenía 12 años. Reclutó a un grupo completo de amigos para hacer el trabajo. Al final del verano, dividieron las ganancias y utilizó su dinero para comprarse un sistema de Nintendo.

“Desde el principio, había visto la cantidad de trabajo que mis padres habían estado brindando para mí. Quería poder conseguir mis propios juguetes para que no tuvieran que comprarlos para mí”, recuerda.

Ortega creció consciente de que su padre, un trabajador de la construcción, había abandonado sus propios sueños universitarios después de graduarse de la Preparatoria de Pescadero. La razón: dinero. No había suficiente para ir a la universidad. En cambio, su padre decidió establecerse y tener una familia.

“Crecí admirando a mi padre y teniéndolo como mi modelo a seguir y mi héroe. Quería hacerlo sentir orgulloso “, dice Ortega. “Él siempre trabajó duro. Y me aseguró que si yo trabajaba duro, habría una recompensa “.

Recién salido de la universidad, la primera ambición de Ortega será lanzar un negocio de construcción con su padre. Ambos hombres obtendrán licencias de contratistas. Ortega operará la parte final del negocio, y su padre será la cara de la empresa.

“Quiero que mi familia tenga algo a lo que recurrir”, dice Ortega.

Laura Rodriguez se transfirió de Monterey Peninsula College a Cal State Monterey Bay en 2016. Ella recibirá una licenciatura en Comunicación Humana con una concentración en Pre-Leyes. Para terminar la universidad, Rodríguez trabajó constantemente, no solo con Puente, sino también en otros trabajos. El año pasado, trabajó en dos lugares a la vez: como coordinadora de atención al paciente en un consultorio dental y como supervisora ​​de medio tiempo en una tienda.

Incluso con sus salarios y becas, Rodríguez se graduará con $ 10,000 en deuda estudiantil.

“Es abrumador. No quiero hablar de la situación con mis padres, así que me lo guardo para mí misma”, dice. “Voy a trabajar tiempo completo durante aproximadamente dos años. Y vivir de nuevo en mi casa reducirá mi costo de vida, así que eso ayudará “.

Vivir en el campus con compañeros de cuarto era un gasto adicional. Pero Rodríguez no se arrepiente. De hecho, los dos años que pasó viviendo lejos de casa han sido los más importantes de su vida.

“Creo que mudarme de la comunidad me ha cambiado. Miro la vida de manera diferente ahora “, dice ella. “Creo que a veces no pensamos en nuestro entorno y no nos alejamos de nuestras zonas de confort. Tenemos que pensar en las luchas de otras personas “.

En una clase de Sexualidad, Derecho e Historia, Rodríguez aprendió sobre las historias de LGBTQ + estadounidenses por primera vez. Ella tomó una clase en Experiencias Chicana / Latina y una en historias de Vida Latina también. En sus clases de pre ley, aprendió cómo los movimientos políticos han dado lugar a nuevas leyes en este país.

Otras experiencias transformaron su perspectiva. Una estaba trabajando en un grupo de estudiantes donde conoció a un compañero de clase que, según se enteró, no tenía hogar y vivía en su automóvil.

“Ella había estado sin hogar desde que era una niña. Eso me hizo más consciente de que, aunque he tenido problemas para ponerme en la escuela, he tenido la fortuna de tener un hogar estable “, dice Rodríguez.

Otra experiencia clave fue su experiencia de pasante como voluntaria en California Rural Legal Assistance, un programa estatal de asistencia legal sin fines de lucro para californianos de bajos ingresos. Ella manejó los reclamos salariales y los problemas de los inquilinos, y ella ayudaría a los abogados creando papeleo y hablando con los clientes.

“Siempre valoré todo lo que tenía, pero creo que ahora lo valoro aún más, especialmente los sacrificios que mis padres tuvieron que hacer para que siguiera mi sueño”, dice.

Rodríguez tiene 23 años y busca residencia permanente. Sus padres la trajeron a Pescadero cuando era niña. Ahora está considerando estudiar Derechos, porque quiere ayudar a otras personas con sus problemas de inmigración.

Ingresar a la universidad como estudiante indocumentado es un desafío especial para Rodríguez y para miles de jóvenes en California. Y eso está por encima de la experiencia de la primera generación. Rodríguez solía sentirse incómoda al hablar sobre su estado de ciudadanía. Pero eso ha cambiado en los últimos años. Ahora, ella siempre se asegura de elevar su voz en clase cuando la discusión se refiere a DACA y las disposiciones de la Ley para Soñadores.

“Creo que el término ‘indocumentados y sin miedo’ dice mucho. El hecho de que no estemos documentados no significa que no tengamos derechos u oportunidades. Como muchas personas, pago impuestos. Intento y apoyo a mi comunidad lo mejor que puedo “, dice ella.

El día su graduación, Rodríguez colocará una estola de gratitud a sus padres, reconociendo su apoyo incondicional y dedicando su título a su familia. Ella es muy consciente del ejemplo que está dando a sus hermanos menores. Cuando cruce el escenario, le mostrará a su familia que fue posible superar sus dificultades.

“Tener que crecer y descubrir cómo ser más responsable y navegar en el sistema educativo ha sido todo un paseo”. Pero ha sido bueno porque cuando mis hermanos decidan seguir, sabrán que estaré allí para que hablen al respecto “.

Ortega está emocionado por sus hermanos para verlo graduarse también. Al mismo tiempo, siente que no es solo su logro. Él es muy consciente de los sacrificios que hicieron sus padres para llevarlo allí. “Al hacer esto, estoy viviendo nuestros dos sueños”, dice. “No pensé que fuera por mí”. Fue sobre nosotros. Fue para nosotros “.

Al mismo tiempo que Omar y Laura planean comenzar la universidad, 8 jóvenes de programa de empleo juvenil de Puente están terminando sus clases en la preparatoria de Pescadero y se graduarán en junio. Con su apoyo, podrán comprar sus libros, comenzar a planificar su mudanza a su dormitorio y prepararse para un nuevo viaje. Por favor, considere apoyar las Becas del programa juvenil de Puente hoy.